¿QUIÉN LE CREE A JORGE RAMOS?

La conducta de Jorge Ramos como entrevistador de Nicolás Maduro ha sido celebrada como un acto de coraje y reivindicación de la libertad de prensa, en las decenas de medios formales donde escucharon sin cuestionamientos al conductor de Univisión.

Pero sus palabras también han sido analizadas con severidad en las redes sociales, no sólo por aquellos entusiastas defensores oficiosos del régimen bolivariano en Venezuela, sino por colegas periodistas y académicos.

Entrevistado por Vicente Serrano, el catedrático de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) José de Jesús López Almejo aseguró que “estamos atestiguando un gran montaje que resulta vulgar e insulta la inteligencia de la gente”.

Durante la conversación, ‘RAMOS ES UNA FARSA COMO PERIODISTA, SUS FINES SON PROVOCAR UNA GUERRA: LÓPEZ ALMEJO’ publicada en el canal de YouTube Sin Censura Media el 26 de febrero de 2019 (https://www.youtube.com/watch?v=flTvE8EV0vg&feature=youtu.be), Serrano ubica el tema de Ramos en el contexto de las presiones del gobierno de Estados Unidos contra Andrés Manuel López Obrador.

Presiones –afirma Serrano, un bloguero mexicano establecido en Chicago– que llegaron al grado de que el vicepresidente Mike Pence dijera que, en el caso de Venezuela, no se admiten espectadores, con la intención de que “México reconozca a Juan Guaidó en el Grupo de Lima”. Sin embargo, en la conferencia mañanera de ese mismo martes 26 López Obrador “se mantuvo firme en su idea de promover el diálogo”.

PIENSAN COMO EN LOS 90

Los medios tradicionales, dice López Almejo, se resisten a morir y piensan que siguen haciendo, en este caso particular de Ramos, periodismo para el público de los ochenta y los noventa que no se informa por medios alternativos.

Esto en una época en que desde el teléfono puedes encontrar versiones distintas. Ni siquiera se esforzaron en hacer un montaje que las masas pudieran ver real. Por eso, Ramos consigue lo contrario de lo que se proponía, añade el analista.

Y justamente como parte de ese gran montaje en el que se intenta reducir al gobierno de Maduro a mera caricatura, en el que a través de un video que es una total farsa y no resiste el menor análisis periodístico ni el menor rigor científico, quieren justificar una intervención militar y hacer que un tercer país como México, que se ha mantenido estoico y se ha esforzado por usar los mecanismos del multilateralismo, intervenga también en Venezuela y rompa la lógica de su neutralidad, sostiene el doctor en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami.

El 23 y el 24 de febrero, en la frontera de Cúcuta, Colombia, recuerda López Almejo, gente como Miguel Bosé, los Maná o Paulina Rubio intentaron llamar a la conciencia de que Maduro es un represor que no quería la ayuda humanitaria. Y eso coincidió con la reunión del Grupo de Lima donde el vicepresidente Pence dijo que el régimen de Maduro va a ser derrocado y que en ese proceso no se aceptan espectadores.

Por su parte, contextualiza el académico de la UABC que antes estuvo en la Universidad de Guadalajara, Jorge Ramos manda una alerta en la que dice que está detenido contra su voluntad porque le mostró a Maduro un video “gracioso”.

Con la denuncia de su detención, Ramos intentó mostrar la gravedad de la represión contra la libertad de prensa en Venezuela. Cuando en realidad Maduro ya ha sido entrevistado con preguntas muy rudas por gente de la BBC, The Guardian, CNN y otros periodistas de la misma Univisión.

AGENTE DEL IMPERIO

Al profesor de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la UABC le salta la duda: ¿Por qué ocurrió el incidente precisamente con Jorge Ramos?

Vicente Serrano apunta que el presentador de Univisión tiene un historial de protagonismo y ego. Por eso, aun sin poner en tela de juicio que ocurrió lo que Ramos dice que sucedió, “tampoco se le puede creer a ojos cerrados”.

Al menos tenemos que ser más escépticos que el propio periodista, quien les creyó a estos personajes que dicen comer de la basura y a quienes él entrevistó en el video que le mostró a Maduro y provocó el enfrentamiento, enfatiza Serrano.

Por su parte, el internacionalista entrevistado evoca al gran intelectual palestino Edward Said, quien hasta su muerte fue profesor de Literatura en la Columbia University de Nueva York. En su libro Representaciones del intelectual (Debate, 2007), destinado a criticar el trabajo de la academia, Said también tocó otras profesiones con respecto a la ética en la búsqueda de la verdad y el desarrollo en sus diversas áreas. Y lo que Said cuestiona a los intelectuales de los años noventa se resume en la frase: “Cuando los dioses defraudan”.

Para Said es muy claro que los intelectuales se elevan al nivel de deidad porque ganan su legitimidad y la confianza de la gente en función del conocimiento que generan y difunden. Pero esos dioses defraudan cuando se venden al poder, y se convierten en meros instrumentos de reproducción de discursos de dominación que contribuyen a tener a ciertos sectores de la población oprimidos.

Si trasladamos esa reflexión al periodismo, expone José de Jesús López Almejo, la pregunta sería: ¿Cuál es la labor del periodista, la de portar un mensaje para informar justamente a esos que no tienen la posibilidad de recurrir  a otras herramientas frente al poder o la de convertirse en una noticia en sí mismo?

¿Cuál es la responsabilidad ética del periodista? ¿La de emitir un mensaje en función de su perspectiva como la atestiguó? ¿O la de generar él mismo la noticia distorsionada y compartirla, precisamente, para alimentar una narración que no buscaba otra cosa más que justificar una intervención militar que, por supuesto, llevaría a desgarrar ese país y a la gente que dicen proteger y liberar del tirano, la más vulnerable de la población venezolana?, cuestiona López Almejo.

EN INGLÉS NO DICE LO MISMO

Jorge Ramos ha venido cambiando la versión de lo que pasó en esos 17 minutos frente a Maduro, refiere López Almejo. Por ejemplo, a Denise Maerker le dijo algo muy distinto a lo que contó en inglés a Univisión.

A su colega mexicana le dijo que lo que enfureció a Nicolás Maduro fueron dos cosas: una, que no le dijera “presidente” sino que se refiriera al entrevistado como “líder”, la misma expresión que usa Ramos para descalificar a los mandatarios de países que se presume son comunistas; y, la segunda, que le mostrara el video en donde “unos niños” están sacando basura de un camión recolector.

Según Ramos, es tal el nivel de desolación que se ve en el video (https://www.youtube.com/watch?v=li2cyY1_f1I) que Maduro no resistió esa confrontación con la realidad del pueblo venezolano. Empero, opina López Almejo, a cualquier espectador con tres dedos de frente le da coraje una noticia que es una farsa.

Primero te indigna la manipulación y después pasas a un estado de contemplación, en donde empieza a ser divertido el hecho mismo de la noticia. Finalmente, sueltas la carcajada cuando al camarógrafo se le atraviesa un señor que lleva bolsas de comida.

Y más cuando se ve a otro gordito, con un teléfono “super nice”, grabando a los supuestos mendigos. Mientras ves alrededor carros como los encuentras en México y en Estados Unidos, coches de lujo y último modelo. Y el camión de la basura no es de los que ves en la isla de Cuba, en Laos o en Camboya, desglosa el académico.

De la risa pasas a la decepción cuando te das cuenta que los fines y los propósitos de difundir ese tipo de contenidos chatarra, es provocar una guerra.

LAS CUATRO CH

Con esta noticia, concluye José de Jesús López Almejo, se apela a las emociones. Así como en mercadotecnia ya dejaron atrás las cuatro P (producto, precio, punto de venta y promoción) para mutar a la estrategia de las cuatro C (cliente, costo, comunicación y conveniencia), en la comunicación política domina la E de emoción.

Se fabrican imágenes que apelan a las emociones del público al que está llegando el mensaje. El régimen de Maduro ciertamente cometió un error: dejar que Ramos a quien has invitado a tu casa pusiera en tela de juicio que tú seas el dueño de la casa.

Por su parte, con la experiencia que tiene Jorge Ramos bien pudo haber puesto en evidencia la dictadura de Maduro sin perder el rigor periodístico y sin necesidad de creerse infundios como el montaje de los pordioseros que comen basura (si es verdad que actuó de buena fe).

Y concluye López Almejo: estas farsas revelan que los grandes medios se siguen sintiendo con el poder para derrocar gobiernos. Con todo, al académico de la UABC le preocupa realmente que, de tener éxito este experimento propagandístico en Venezuela, “lo veamos replicarse en México dentro de cinco años o en cualquier otro país de América Latina”.

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