Dado que Colima fue junto con Nayarit y Tlaxcala de los estados donde primero se puso en práctica el IMSS-Bienestar, aquí no será palpable por los beneficiarios la desaparición del Insabi que se acaba de aprobar en la Cámara de Diputados.
Ni será traumático como lo fue hace meses para los trabajadores de la Secretaría de Salud y Bienestar Social, luego que los hospitales y centros de salud de ese órgano público descentralizado (OPD) estatal fueran absorbidos por el IMSS-Bienestar.
De acuerdo con su página web, IMSS-Bienestar es “un programa [ahora deberá decir ‘instituto’] del gobierno federal que ofrece servicio de salud a población que no cuenta con seguridad social, sin negar la atención a población que cuente con un esquema de afiliación”. Es decir, brinda atención médica y medicamentos gratuitos a la población que no está cubierta por los servicios del IMSS, el ISSSTE, el Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM), los Servicios de Salud de PEMEX o los sistemas estatales de Salud.
El Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), señala su página oficial, había nacido en este sexenio para sustituir al Seguro Popular (SP). Y surgió como un organismo descentralizado pero sectorizado en la Secretaría de Salud, con el objeto de “proveer y garantizar la prestación gratuita de servicios de salud, medicamentos y demás insumos asociados a las personas sin seguridad social, así como impulsar, en coordinación con la Secretaría de Salud en su calidad de órgano rector, acciones orientadas a lograr una adecuada integración y articulación de las instituciones públicas del Sistema Nacional de Salud”.
En pocas palabras, (en lo que va de la 4T) IMSS-Bienestar e Insabi han estado duplicando funciones y, de alguna manera, compitiendo políticamente entre sí.
SEGURO, EN TEORÍA
Según el estudio Sistema Universal de Salud. Retos de cobertura y financiamiento, publicado en 2018 por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, A. C. (CIEP), el SP fue creado en 2001 y dirigido a comunidades sin acceso a servicios de salud.
Al concluir su fase de piloto en 2003, tenía afiliadas más de un millón de personas con un paquete de 78 intervenciones, tanto de primero como de segundo nivel, que cubrían el 85% de la demanda de salud. En 2005 se amplió a 31 estados, con más de 3.3 millones de familias afiliadas. En 2013 eran 55.5 millones de personas afiliadas con un paquete de 284 intervenciones a nivel nacional. Y, en 2016, el SP tenía 54 millones 923 mil 952 afiliados.
Al menos desde 2014 operó por medio de dos mecanismos: ‘aseguramiento subsidiario’ y ‘seguro de gastos médicos’. El aseguramiento subsidiario ofrecía atención médica en general de primer y segundo nivel, con paquetes especialmente dirigidos a la atención infantil, la atención durante el embarazo hasta el parto y la atención de beneficiarios del entonces IMSS-Prospera. El seguro de gastos médicos, por su parte, cubría gastos catastróficos para 57 intervenciones de alto costo e intervenciones adicionales de alto costo, y un paquete de cobertura especial para niños menores de cinco años.
La Comisión Nacional de Protección Social en Salud registró también en 2014 que las aportaciones del SP comprendían, por parte del gobierno federal, una cuota social que equivalía a 3.92% del salario mínimo de 2009, actualizado trimestralmente por el INPC, además de 1.5 veces la cuota social como una aportación solidaria federal; los gobiernos estatales aportaban 0.5 veces la cuota social como una aportación solidaria estatal; y, los beneficiarios, una cuota familiar con base en su capacidad económica.
HISTORIA DE 44 AÑOS
“A partir de una iniciativa que Morena presentó de manera sorpresiva y sin pasar por comisiones”, informa La Jornada, la Cámara de Diputados aprobó el martes 25 de abril de 2023 extinguir al Insabi y que sus funciones de atención médica gratuita a personas sin seguridad social sean asumidas por IMSS-Bienestar. El decreto pasó al Senado.
IMSS-Bienestar ya no será un programa al interior del IMSS sino el instituto del Sector Salud dirigido a la población abierta, como lo fue el Insabi desde que inició operaciones en enero de 2020, y como pretendió ser el Seguro Popular cuando nació en 2001, hasta que fue declarado extinto por el Senado el 14 de noviembre de 2019.
Genera confusión el uso de las mismas marcas para definir tanto a organismos autónomos como a programas internos. Como programa del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS-Bienestar reconoce oficialmente una continuidad y experiencia de casi 44 años. Por su parte, el Insabi sustituyó al Seguro Popular dentro de la estructura de la Secretaría de Salud.
La SSA se fundó como Secretaría de Salubridad y Asistencia en 1943, junto con el IMSS y el Hospital Infantil de México. A diferencia del Seguro Social y el ISSSTE (creado en 1960), la secretaría de Estado “se especializó en dar atención médica a aquellas personas que no tenían acceso a otros servicios de salud”.
Para atender a la población marginada se creó en 1979 el IMSS-Coplamar, llamado a partir de 1989 IMSS-Solidaridad; en 2002 se renombró como IMSS-Oportunidades y, en 2014, pasó a ser IMSS-Prospera. “Para complementar esta atención médica se creó el Seguro Popular (SP) en 2001”, cita el CIEP.
Aparte está la cuestión del mando. Como programa, a IMSS-Bienestar lo ha venido manejando en última instancia el director del IMSS, Zoé Robledo, y no el secretario de Salud Jorge Alcocer. La SSA es cabeza del Sector Salud al que perteneció el Insabi, cuyo titular ha sido Juan Antonio Ferrer. Pero ya como instituto, se tendrá que nombrar a un director del IMSS-Bienestar.
UNIVERSALIZAR SERVICIOS
Como el Insabi y ahora el instituto IMSS-Bienestar, el SP nació como parte del esfuerzo que muchos gobiernos han hecho para integrar un solo servicio de salud pública; uno que no sólo vaya dirigido a la mayoría de la población sino que aspire a ser un servicio universal de salud.
Así lo explicó el especialista en salud pública Héctor Frisbie en entrevista con Julio Astillero, el 27 de abril. Este médico con fuerte presencia en los medios digitales matizó la cuestión:
“Esa era la intención en teoría del Seguro Popular, pero una vez que se puso en manos de personas perversas se convirtió en jugoso negocio. Es por eso que se perdía prácticamente el 50% del dinero que se le fue asignando al Seguro Popular. No sabemos dónde quedó, pero no se puede demostrar que llegó a la salud”.
Residente en Estados Unidos, Frisbie asume equivocadamente que el IMSS de cuotas tripartitas (patrón, trabajador y Estado) se hará cargo eventualmente de la cobertura que tenía el Insabi. Y eso lo hace temer lo mismo que el personal del Seguro Social manifestaba cuando se anunció la integración del Sector Salud en Colima al esquema de IMSS-Bienestar: que se usen inventarios de los hospitales del Seguro Social para cubrir el déficit de medicamentos e insumos en los nosocomios que fueron de la Secretaría de Salud estatal.
La realidad es que, con la integración del sistema hospitalario y de centros de salud del organismo estatal al IMSS-Bienestar, en el Hospital Regional los médicos y enfermeras de Colima han realizado cirugías que, por ejemplo, fueron pospuestas en el ISSSTE por falta de especialistas.
El temor de sus trabajadores fue infundado porque el IMSS convencional no ha sido rebasado en Colima por la demanda de servicios de la población abierta (con su derecho-habiencia tienen, diría alguno), ya que el sistema de cobertura universal no tiene esa flexibilidad.
Lamentablemente, la organización del IMSS no permite tampoco que haya comunicación entre la medicina privada y la medicina social, para molestia del paciente que no puede obtener un expediente único. Cuando en la consulta privada le dan un diagnóstico y el enfermo decide usar su seguro social para continuar el tratamiento en el siguiente nivel, debe empezar de cero con la consulta al médico familiar y los estudios de laboratorio o de imagen.
SOLUCIÓN PARA COLIMA
Pendientes aparte, la progresividad ya ofrece algunas ventajas. En un reciente encuentro con líderes sociales y empresariales de la zona norte, la gobernadora Indira Vizcaíno señaló que con la integración de los servicios de salud del estado al IMSS-Bienestar se está haciendo realidad el compromiso del presidente López Obrador de universalizar la atención a la salud.
“Ya tenemos más del 90% de abasto de medicamentos en hospitales y más del 80% en centros de salud, pronto llegaremos al 100%. Todos nuestros hospitales y la mitad de los centros de salud ya fueron remodelados, y este año inicia la remodelación y equipamiento de la otra mitad. Se ha basificado a más de 500 profesionales de la salud, pero vamos a llegar al total de los que hacían falta que son mil 300.”
En ese camino hacia la cobertura universal, el arranque del programa de hemodiálisis gratuitas vino a garantizar el acceso a la salud de muchos enfermos, subraya Indira. Se ha incrementado el número de pacientes sometidos a este tratamiento, porque muchos de los que se atendían en lo particular se inscribieron ya que el costo mensual por limpiarse la sangre es de ocho mil pesos.
Por lo demás, continúa la búsqueda de médicos especialistas para Colima. Llegaron cubanos a cubrir las plazas, pero los médicos mexicanos que se incorporen tendrán preferencia como acaba de pasar con un traumatólogo y un ginecólogo. Hay más de 80 espacios para especialistas disponibles, detalló la gobernadora.
Ante la queja de los maestros, la mandataria estatal reconoció que el ISSSTE se ha quedado al margen de la estrategia para sumar esfuerzos entre el Sector Salud de Colima y el IMSS-Bienestar. En la atención a los trabajadores del gobierno federal hay un rezago de más de cien cirugías que, asumiendo que no eran urgentes, se fueron postergando durante la pandemia. “Hacen falta médicos e instrumental, y eso hace que se retrasen las citas”.
El asunto sería abordado con el director del ISSSTE, Pedro Zenteno Santaella, en la visita a Colima que estaba agendada para la última semana de abril.
NIÑOS CON CÁNCER
La liquidación del Insabi y la conversión del IMSS-Bienestar en la plataforma de lo que podría ser un servicio universal de salud que, además de gratuito, sea tan funcional como el danés, desataron una polémica en la tribuna de San Lázaro, los medios de comunicación y las redes sociales.
Los conservadores siguen reclamando la desaparición del Seguro Popular, mientras los defensores de la 4T celebran que se haya parado la corrupción en la compra de medicamentos.
Unos y otros tratan de exaltar o relativizar las carencias que el sector público todavía tiene en abasto de insumos, incluidos aquellos fármacos especializados de última generación que suelen ser muy costosos, y de servicios de alta nivel como los que requieren los niños con cáncer.
De esa y otras aristas del problemas hablaremos en la siguiente entrega de esta columna.
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