El tiempo nos dirá si con la renuncia de Efraín Angulo Rodríguez a la Secretaría de Turismo se quiso dar carpetazo a un asunto espinoso –por todos los lados que se le aborde– para el gobierno de Ignacio Peralta.
Ha sido tan errática la manera en que se desarrollaron las primeras fases de la averiguación que para garantizar una investigación exhaustiva de lo sucedido en la colonia Las Palmas, para que realmente se le haga justicia a las víctimas y se deslinden las responsabilidades de todos los involucrados, el caso debe ser atraído por la Fiscalía General de la República.
El “hecho delictivo” –como lo describió el mandatario estatal– del que fue víctima Efraín Angulo, revela la impunidad con la que se mueven los grupos criminales que operan en el estado, capaces de aleccionar a un funcionario de primer nivel.
Que un “comando armado” entrara a la casa de un secretario de despacho “para asaltar y someter a las personas que se encontraban en el interior”, en una situación que según Angulo se prolongó casi seis horas, resulta inexplicable.
Sólo se entiende que una acción criminal de esa gravedad haya pasado inadvertida para la policía estatal y para el cuerpo de guardaespaldas de los funcionarios del gobierno, porque la autoridad en Colima en materia de seguridad pública es, deliberada o negligentemente, sorda y ciega.
La versión que dio Angulo Rodríguez en la rueda de prensa donde adelantó su renuncia al cargo, es tan inconsistente que refuerza lo dicho por los vecinos entrevistados por los noticieros nacionales.
Ellos afirman que todo el vecindario se percató que en esa casa estaba pasando algo. Y aseguran que, entre los primeros ruidos de cristales rotos y gritos de alarma al balazo y la salida a la calle de jóvenes desnudos, no pasaron más de 15 minutos.
A falta de una narración más verosímil de los hechos, cabe pensar que Angulo omitió ciertos detalles clave para entender la secuencia de los acontecimientos, en el afán de proteger la reputación de las demás víctimas y eludir su eventual responsabilidad en otros hechos constitutivos de delito.
De haber ocurrido las cosas como Efraín las relató en la conferencia de prensa, aparte del joven que perdió la vida o del que resultó herido por bala, los demás que aparentemente salieron ilesos sufrieron tortura psicológica y, se infiere, todo tipo de vejaciones por parte de los agresores. En ese sentido, es condenable que se hayan filtrado los nombres y las edades de las víctimas.
De acuerdo al relato de Angulo, los delincuentes subieron a redes sociales la fotografía, atados y desnudos, de quienes permanecieron cautivos, uno de ellos aparentemente ya muerto. Pero se infiere que fue alguien que participó en las tareas oficiales quien publicó la lista de nombres. Lo hizo por morbo o justicierismo, esto es, para que no quedaran impunes posibles delitos como el de corrupción de menores.
Ateniéndonos a la versión oficial, “el asalto” a la casa de Efraín Angulo demuestra por un lado que los ciudadanos vivimos en un estado de indefensión, y, por otro, que no hay protección efectiva para las víctimas de un ilícito. La falta de secrecía los revictimizó.
LINCHAMIENTO MORAL
Pero si la autoridad ministerial incurrió en imperdonables errores de procedimiento, lo que hemos visto en las redes sociales es el linchamiento moral de las víctimas por simple homofobia.
La mofa de la que han sido objeto los jóvenes involucrados en los hechos, es patente en los mensajes del ex diputado local Esteban Meneses Torres, convertido en testigo de cargo en el juicio mediático a Efraín Angulo.
Los propios noticieros de televisión nacional utilizaron el testimonio de Meneses, junto al de otros vecinos del lugar, para contrastarlo con las declaraciones de Angulo. Como el hoy ex secretario rompió el silencio hasta el tercer día, la falta de una versión oficial permitió que se instalaran en el imaginario colectivo teorías fantasiosas sobre lo que ocurrió en la casa de la colonia Las Palmas, incluida la historia macabra de una “orgía sadomasoquista que se salió de control”.
Ejemplo clásico de lo que implica el “periodismo ciudadano”, Esteban Meneses trazó la agenda informativa de un hecho que el gobierno del estado intentó primero ocultar, pidiendo a los reporteros de policiacas que bajaran la nota de los portales, y luego acotar con un boletín de prensa que se limitó al recuento de daños: un muerto por asfixia, un herido de bala, una persona golpeada, un vehículo oficial robado de la escena.
Incapaces de entender que internet no es un medio de difusión como lo eran antes los periódicos, las emisoras de radio y los canales de televisión, sino un espacio virtual donde se da una retroalimentación inmediata, la vocería del Gobernador quiso impedir las especulaciones con un tuit publicado en la cuenta personal de Ignacio Peralta.
En lugar de reducir la incertidumbre el mensaje fue muy criticado porque, mientras el Gobernador celebraba que su colaborador salió “ileso”, obvió referirse a la persona fallecida y a quien resultó herido de bala en el mismo “hecho delictivo”.
Peor le fue a Nacho Peralta cuando habló por teléfono con Carlos Loret de Mola, en una entrevista pactada para hablar de la supuesta orden de Morena para abuchear a JIPS en el acto del presidente López Obrador en Manzanillo. El conductor de televisión acosó al mandatario con preguntas sobre lo ocurrido a su secretario de Turismo, para luego evidenciarlo dando a conocer la historia contada por los vecinos.
Los primeros reportes que hablaban de un asalto a mano armada para despojar al funcionario del Prius asignado al despacho de Turismo, tenía como propósito por lo visto ganar tiempo para construir una verdad jurídica que explicara qué hacían menores de edad en el domicilio de Angulo y qué motivó la irrupción del comando armado.
TURISMO, AL GARETE
La explicación dada por Efraín Angulo deja más dudas que certezas. Aunque el ex secretario subraya los aspectos judiciales del asunto, la conferencia a la que solo invitaron algunos medios se leyó en las redes sociales como una autoincriminación.
Lo cierto es que generó una condena moral. Tras el juicio sumario Efraín pierde su trabajo y se tiene que ir de Colima, como él mismo dijo.
Queda seriamente dañada su fama pública: reducida a sus hábitos sexuales y, en última instancia, a sus presuntas adicciones. Cuando la verdad es que Angulo Rodríguez no entró al gabinete por sus gustos ni por sus vicios, sino por ser un profesional del Turismo.
Hace unas semanas lo entrevistamos sobre la cuestión. Hizo una diagnóstico certero de la problemática turística, no exento de una autocrítica que se extendía a sus antecesores en el cargo. En la conversación con CarvajalBerber.com mostró tener una clara visión de las potencialidades del estado en la industria sin chimeneas. Sin tapujos, habló de lo que es posible y de lo que es deseable en turismo.
Y ahora todos esos proyectos que pensaba emprender Efraín quedarán en el aire. Ante el riesgo de que el juicio moral al ex funcionario se extienda a todo el gabinete, el Gobernador buscará a un secretario de Turismo que, más allá de sus capacidades, logre tranquilizar a las buenas conciencias.