Andrés Manuel Presidente, muchas veces ha repetido que lo que estamos viviendo no es un simple cambio de administración sino la Cuarta Transformación del País. Pero ¿qué es eso de la cuarta transformación? Pues es una gran plaza, quizás más grande que el Zócalo capitalino, donde todo cabe o donde todo puede caber: Cambia el estilo de gobernar, como lo hacen las formas de escuchar y dialogar y la estrategia de comunicación social, cambian los criterios, cambian las relaciones gobierno-pueblo, existe una nueva moral pública, hay austeridad para dirigir los limitados fondos públicos a las nuevas prioridades de gasto, se modifican las relaciones entre el poder económico y el poder político. Se reconstruye el gobierno y también el tejido social, cambia la manera como se relacionan entre sí, los poderes del Estado, pero también las relaciones entre los partidos políticos. Se reagrupan las denominadas fuerzas vivas, se revaloriza la historia, las costumbres, las tradiciones y los valores nacionales. En fin, todo es distinto.
Se trata de construir un país diferente, que sea capaz de responder a una sociedad diferente. Un país más igualitario, donde la vida pueda transcurrir con mayor justicia social, donde imperen las leyes y no los caprichos ni las colusiones entre los poderosos o priven los intereses de esas clases de arriba. En fin, bajo el techo de la cuarta transformación cabe todo: lo económico, lo social, lo político, lo moral… Y mientras, los mexicanos, como es lógico, no podemos despojarnos de la inercia o las inercias del siglo transcurrido desde la tercera transformación. A algunos, nos gustan esos cambios, a otros no y a un tercer grupo, les gustan sólo algunos de ellos. Pero muy pocos los entienden. Algunos tratamos de comprenderlos mientras otros, ni el esfuerzo realizan.
Quizás no hay mucho de novedad: Más de veinte libros ha escrito López Obrador y en ellos se enuncia la cuarta transformación, pero muchos, incluidos un buen número de morenos (reales o autoproclamados) y funcionarios nuevos, no los han leído. Las muchas giras del hoy Presidente, fueron un heraldo donde también se delineaba y se anunciaba, pero pocos siguieron puntualmente lo que se decía o prometía en ellas. Las mañaneras son otro de los vehículos divulgadores de esa propuesta, pero tampoco son vistas por muchos de los que hablan de ella o la critican. Entender algo tan complejo como lo que propone López Obrador por ósmosis, sin estudiar, resulta imposible. Si estudiáramos, sería posible comprenderlo, pero, eso no se hace. Y menos, por parte de sus muchos críticos.
Resulta más sencilla la crítica facilona y así la practican muchos de los otrora prestigiosos analistas que inundan los medios de comunicación y las benditas redes sociales. Pero evidentemente, muchas de las críticas (por lo general infundadas) tienen como origen el que muchos ven que su mundo se transformó porque el gobierno de la 4T les eliminó muchos de sus privilegios. Y porque otros, que se sintieron atraídos por lo que el actual Presidente decía en sus giras, sobre todo al referirse a la corrupción, seguramente el más grande flagelo del País; desean ver resultados de una hora para la otra, sin considerar que este gobierno tiene todavía, menos de medio año de haber llegado al poder.
Estos mismos inconformes, muchas veces se ha dicho, no criticaron los errores evidentes de los anteriores presidentes y ahora critican lo actuado por López Obrador, y muchas veces sin entenderlo y sin haberse esforzado por entenderlo. Unas simples preguntas deberíamos hacernos antes de criticar sin tener los argumentos necesarios para que la crítica sea válida ¿Qué pasaría si Meade fuera presidente? ¿Qué pasaría si Anaya fuera presidente? Y, consecuentemente, ¿De qué estaríamos hablando hoy? Cada uno de los pocos lectores de esta columna contestará estas preguntas de manera distinta, pero en el fondo, de seguro, todos estaríamos de acuerdo en las respuestas.
Es tal la dificultad para entender la 4T que esa dificultad subyace en la carta de renuncia de Germán Martínez a la dirección del IMSS. Queda definida una pugna entre el exdirector y el secretario Urzúa (el del serrucho). Y eso significa que alguno de los dos no entiende qué es esa 4T, o bien, que ambos la entienden de manera diferente; y seguro estoy, ninguno de los dos resulta un tonto ¿O será una genialidad política de muchas bandas? No debería extrañarnos que pasado mañana se produzcan otras renuncias por la misma razón o bien, que el propio Presidente las solicite por el mismo motivo.
Mucho del espíritu de la 4T fue recogido por el ahora Presidente durante sus extensas y numerosas giras. Estas le sirvieron para tomar el pulso del País como no puede hacerse atrás de un escritorio gris de la burocracia, de esos que abundan en las oficinas gubernamentales y tal vez esa falta de contacto con el pueblo sea una carencia de muchos de los que no la entienden. De algo podemos estar seguros: La 4T no es algo que pueda ser definido como lo haría un diccionario. Además, según la forma de pensar de este juntador de letras, es un concepto dinámico: El presidente continúa viajando y sigue entendiendo al pueblo que gobierna, luego entonces, la 4T se piensa hoy en forma distinta a cómo se podría pensar ayer y de cómo se pensará mañana. Y eso, nos aumenta la dificultad para entenderla.
Los políticos tricolores y azulones se sienten desfasados, sus discursos suenan anticuados y fuera de foco. No han hecho el esfuerzo por entender la 4T y las universidades fifís (debieran ser fifíes), donde obtuvieron los galones que nos presumen, no han inventado, todavía, doctorados sobre la 4T. Ya lo harán, y si no, que lo haga la UNAM.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.