El Huachicol o Huachicoleo es una palabra de moda. Desde que inició la extracción ilegal de combustibles de los ductos de PÉMEX se extendió el uso de esa palabra. Originalmente el huachicol o guachicol es una bebida alcohólica adulterada o robarla (generalmente tequila o aguardiente), eran conocidos como huachicoleros. Según El País (Verne, 15 de mayo de 2017), viene de la palabra maya waach –foráneos o forasteros- y que se mezcló con el latín aquati -aguado- y por ésta, estaría emparentada con el francés gouache, que es la técnica empleada en la pintura, que consiste en diluir la pintura en agua, igual que se hacía con el tequila o el aguardiente, que se diluían en agua para incrementar ilegalmente las ganancias de los huachicoleros originales. Posteriormente se aplicó a aquéllos que diluían la gasolina o el diésel cunado lo distribuían con la misma finalidad, incrementar ilegalmente las ganancias de quienes se dedicaban a su comercio. El Diccionario de Mexicanismos refiere el guache como falso o de mala calidad.
En la actualidad pareciera que cuando al referirnos al huachicol, es exclusivamente para el caso del robo y comercialización de combustibles, pero además de ésta y de su acepción original, existen otras formas de huachicoleo: el minero, el de la madera o el de medicamentos, por citar sólo algunos; pues se aplica al robo a al tráfico ilegal de muchos productos. Y en el México actual, donde la corrupción es la moneda de uso corriente, conviven muchas formas de huchicol que han sido toleradas y a veces hasta fomentadas por los últimos gobiernos. Además, otras modalidades podrían ser la mercancía pirata o clones y el comercio de ropa robada (desde hace años, se le llama huachicol en Tlaxcala y Puebla); y podría hablarse del huachicol financiero (comisiones bancarias, afores) o del huachicol fiscal (evasión, devolución de impuestos, elusión fiscal, entre otros).
Hace apenas unos cuantos años en territorio colimense floreció el robo de mineral que por lo general era vendido a empresas chinas que lo embarcaban desde el puerto de Manzanillo, pero un día se tomaron algunas medidas y el tráfico disminuyó y el efecto del decrecimiento de la actividad se notó en la economía estatal. De igual manera todos nos hemos enterado del saqueo de madera en diferentes lugares del Estado, aunque también se han impuesto algunas restricciones a la actividad.
Por lo que hace a medicamentos extraídos ilegalmente del Sector Salud, ha habido que crear un mecanismo paralelo para distribuirlas, al igual que se distribuyen ilegalmente muestras médicas. Por la información que tenemos el centro de distribución se ubica en Sahuayo. Muy probablemente existan otros, pero el de Michoacán es el cercano a nosotros.
En las últimas semanas se ha tratado de frenar la extracción y el comercio ilegal de combustibles y como el nuevo gobierno ha mostrado interés y voluntad política para erradicar estas expresiones de la corrupción, bien podríamos esperar que en los meses siguientes vivamos el combate frontal a todas estas actividades (a las otras formas de huachicol). Y particularmente el huachicoleo de medicamentos ha producido cuadros muy sentidos en la población, cuando nos enteramos que en Veracruz se simulaban tratamientos a niños con cáncer a quienes se les aplicaba agua en vez de los medicamentos y entendimos que la carencia de ética y de solidaridad de éstos, no tenía límites pues para enriquecerse, no importa ocasionar dolor al prójimo, e inclusive la muerte. Todos hemos visto que en los anaqueles de los servicios públicos de salud existen huecos provocados por medicamentos faltantes y hemos supuesto que éstos no se ocasionan por las alegadas insuficiencias presupuestales o por escasez de los mismos, pues si fueran esos los motivos, desde hace mucho tiempo se habrían encontrado soluciones.
Tanto huachicoleo nos permite adivinar el tamaño del saqueo al que hemos sido sometidos consistentemente los mexicanos. Resulta difícil caminar en cualquier sentido sin encontrarse con obstáculos que nos obliguen a desviarnos. ¿Cuánto de nuestro bienestar se encuentra en bolsillos de políticos y comerciantes sin escrúpulos? ¿Cuánto del posible desarrollo de México habrá ido a parar a sus carteras y cuentas? También nos lleva a suponer qué larga habrá de ser la lucha para evitar que estas prácticas continúen y cuánta oposición habrán de ejercer las mafias que han medrado en cada una de estas formas de corrupción y en algunas más. Los intereses son muchos y los beneficiarios de estas prácticas no están dispuestos a dejar sus negocios sin luchar por defenderlos. Podremos suponer que atrás de cada mafia de éstas, existe una cantidad significativa de participantes de esos cuyo nombre es conocido. Sabremos de los mecanismos que el gobierno mexicano ha sido capaz de idear para idear y solapar estas maneas de saquearnos. Así han sido y así han actuado los grupos de poder en los últimos años.
Seguramente, estas actividades tan productivas (y algunas más de las cuales nos enteraremos después) nos permiten explicarnos de dónde se financiaban las campañas políticas y de dónde se obtenían fondos para comprar tantos votos como se acostumbraba. Ojalá estas prácticas sean desterradas para siempre. Es mucho el mal que nos han dejado y ya basta.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.